Muchos se alarman por la situación actual del país, pero parece que siempre hemos estado en escándalo tras escándalo, nos acostumbramos a ello. La historia reciente del país ha transcurrido así, lo cual no es un balance muy positivo en términos de eficacia de la acción del Estado. Los hechos noticiosos varían de un día a otro de forma abismal, pasamos de un proceso de paz a media marcha, a la reaparición de nuevos actores del conflicto armado o al surgimiento de carteles de corrupción a nivel transfronterizo, nacional y regional, o al cartel de la toga, el cartel de los pañales, el cartel del bastón, el cartel de la hemofilia, en fin, ya no nos faltan sustantivos para calificar carteles… los tenemos todos. Nuestro país se especializó en los escándalos, y un escándalo tapa otro y así hemos vivido gran parte de nuestra vida republicana reciente.
En menos de un mes tendremos elecciones en el nivel territorial en todo el país, lo cual nos impone unos retos muy importantes. Los territorios requieren planeación, inversión y en sí, gerencia, rumbo y acción administrativa eficaz. La corrupción pública y privada fue un problema omitido por muchos, pues desafortunadamente los años de guerra, fusiles y masacres no permitieron verlo, o no quisieron verlo, algunos, y hoy nos carcome a pasos agigantados. Los problemas estructurales del país y las regiones son infinitos, es necesario planeación estratégica para afrontar la pobreza extrema, los sistemas de salud y educación precarios y desarticulados, el desempleo, los inconvenientes en materia de seguridad urbana, los problemas ambientales tanto urbanos como rurales, las cuestiones propias de una zona rural despoblada sin inversiones y proyectos, y muchos otros. Es necesario votar, y hacerlo de forma cualificada. Los municipios y departamentos necesitan líderes con iniciativa, capacidad gerencial, técnicos, estratégicos e innovadores para afrontar los retos de la pos modernidad.
No podemos seguir en el escenario apocalíptico de la ceguera blanca de Saramago: «Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, ciegos que ven, ciegos que, viendo, no ven»; se acercan las elecciones regionales, estamos a escasos días del certamen democrático y la ciudadanía está ciega o no quiere ver, como ocurrió en la gran novela de Saramago, debemos ser críticos y propositivos. Estamos en incertidumbre, con infinitos interrogantes, paupérrimas respuestas y soluciones. La inversión social en educación debe ser la salida a muchos de estos flagelos y la crisis debe traer progreso a la Nación y dar respuesta a las preocupaciones que el pueblo padece en las regiones.