Un viaje a lo ancestral con el maestro Alberto Cruz Díaz

La Asociación Cultural Estudio 40, en su proyecto La Baldosa, Galería asociativa, inaugura esta iniciativa con el maestro colombiano ALBERTO CRUZ DÍAZ en una magistral exposición pictórica, que se ha denominado por la esencia de su autor “Signos Ancestrales”.

Alberto Cruz Díaz, es originario de Riosucio, Caldas. Con 26 años viaja a México a estudiar artes en los talleres de la Universidad Nacional Autónoma de México, allí estuvo 7 años, después de los cuales llegó a Pereira, ciudad en la que ha estado desde 1993; allí coordina el área de artes plásticas del Instituto municipal de Cultura Lucy Tejada, y donde se debe destacar que, solo durante este año, han pasado más de mil estudiantes bajo su tutoría. Ahora llega a Madrid a traer su obra, la cual describe como arte ancestral, inspirado en precolombinos y petroglifos.

Háblenos de su sentir y concepción del Arte.
El arte para mí lo es todo, desde los inicios de la vida hasta nuestro tiempo, es creación, es vibración, nace conmigo, lo he venido redescubriendo a través de los años y es mi sentido de vida.

¿Por qué los signos ancestrales y figuras precolombinas dominan su obra?
Es una inquietud por los antepasados y un descubrir del misterio de todos esos signos, se trata de una riqueza y una información que estamos descifrando y mi aporte es desde la pintura, porque sabemos que hay una conexión universal, estamos en proceso de investigación, es un misterio y yo solo aporto un poco en esa búsqueda.

Maestro de arte por 30 años, ¿qué enseña a sus aprendices?
Les enseño dibujo, composición y color, que son las bases de la pintura.

Una pieza de arte, pintura o escultura que sea referente para usted.
El David de Miguel Ángel, porque es una maravilla que, a un trozo de mármol, se le quite lo que sobra y quede semejante figura tan hermosa.

Maestro Alberto, ¿hay un autor que tenga influencia en su obra?
Oswaldo Guayasamín, porque es de los pocos artistas latinoamericanos que investigó el dolor de la cultura indígena y lo plasmó a través de momias, dándoles vida y dibujando su sufrimiento

Inicia un nuevo periplo de vida en Europa ¿qué espera a futuro desde su obra?
Espero posicionar mi obra en grandes escenarios, donde sea reconocido el arte colombiano tal como se lo merece, porque tenemos talento y eso lo debe saber el mundo.

Como ser humano y artista, ¿cuál es la plenitud de un autor?
Llegar a plasmar en un lienzo las figuras que le satisfacen, que le ofrecen respuestas y que recrean su sentir frente a la vida.

¿Qué lo inspira?
Es una pregunta muy difícil, cada momento es diferente, cuando me levanto y veo el maravilloso sol que ilumina el paisaje, el rocío secando en las hojas, la naturaleza misma me invita a que la plasme en todas sus expresiones…

Cuéntenos una anécdota que haya marcado su vida artística
Durante mi estancia en México, un amigo italiano que era representante de una importante marca comercial, se vio obligado a desprenderse de dos obras de Dalí que hacían parte de su pinacoteca (el motivo no viene a cuento). Un mes después muere Dalí y vi llorar a ese hombre como un niño, en ese momento entendí la trascendencia de la pintura.

¿Qué experiencia lo llevo a encontrar su propósito como artista?
Cuando yo tenía 7 años, el hijo de mi profesora se sentó y me enseñó a delinear una vaca, así comencé a dibujar todos los animales de la finca en la que vivía, luego en la adolescencia perdí ese sentir, pero cuando llegué a México estaba jugando tenis con unos profesores de la UNAM que me invitaron a unos talleres de pintura y participando de ellos, sentí que había retomado una misión que había empezado desde la infancia, en ese momento me pregunté: ¿por qué la había abandonado? Desde entonces se instaló en mi vida: mi propósito como artista.


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