A partir de esta edición transcribiremos página a página el contenido del libro “Gestión Migratoria Inexistente”, primer tomo de la colección de libros “Colombianos Invisibles” de los autores Ricardo Marín Rodríguez y Lucy Torres.
Desde cualquier lugar del mundo, los interesados en adquirir física o digitalmente esta importante e inédita obra, lo pueden hacer a través de Amazon. Para residentes en Madrid y resto de España, pueden llamar al 685554360.
Invisible es todo aquello que, aunque no se ve, en realidad existe, y en ocasiones se pueden sentir o percibir sus efectos.
En el país hay varias poblaciones que sufren el abandono socio-político del Estado, pero ni agrupándolas a todas sumarían el número de millones de esta comunidad que ha dejado de ocupar un espacio visual y territorial, al salir de la geografía nacional para residir en otros países alrededor del mundo.
Quienes – voluntaria o involuntariamente – se arriesgan a emprender la travesía al extranjero, pierden la conexión con su país de origen y tardan un tiempo para integrarse al país de destino y nuevamente ser visibilizados. Sólo los familiares o allegados alcanzan a captar la realidad del migrante y de las circunstancias que transcurren en situación de vulnerabilidad, sin acceso a la información oportuna y sin apoyo para superar las graves desventajas de su desarraigo.
Para las Instituciones colombianas es como si ya no existieran porque están fuera de su radar, para el país puede que sean unos ciudadanos menos que requieren servicios en el territorio, una cifra que se descuenta a la cifra de desempleados. Pero la gran verdad es que los “Colombianos Invisibles” legalmente nunca han perdido su calidad de ciudadanos, ni han dejado de existir como sujetos de derechos.
Estos emigrantes invisibilizados siguen siendo colombianos, y con tal empuje que tanto los residentes en el país como el sistema económico, cultural, empresarial, social y político siente a diario sus efectos y se beneficia enormemente de su existencia.
El Banco de la República sabe que existen y los siente cada vez que contabiliza las estadísticas de los billones de pesos que anualmente hacen llegar al país en remesas, coadyuvando decididamente con el crecimiento y desarrollo socio-económico nacional y regional. Los efectos son sentidos por la mayoría de los departamentos y por regiones completas que viven de los aportes económicos a sus familias. La revista Dinero ha publicado en diciembre en su artículo “Record en remesas para el cierre de 2018 en Colombia”: “Varios estudios han demostrado que las remesas familiares tienen un impacto en el consumo y en la reducción de la pobreza de los hogares receptores”.
Es tanto lo que los emigrantes se hacen sentir en forma abundante y generosa, que son vistos por el Sistema político colombiano más como Bancos o Cajeros electrónicos, o como una cifra de ingresos de dinero con la que ya se cuenta por su gran aporte al PIB, al presupuesto nacional y al desarrollo del país, pero invisibles como seres humanos, y sus derechos son ignorados.
Son invisibles cuando crean leyes en el Congreso colombiano, y más aún cuando las reglamentan, pues los requisitos que exigen para acceder a sus beneficios, son imposibles de reunir por parte de quienes llevan viviendo 3, 5, 10 o más años en el exterior.
Son ignorados cuando se crean programas sociales o humanitarios para poblaciones vulnerables, de los cuales son excluidos, aun cuando legalmente los migrantes son considerados poblaciones en vulnerabilidad.
Además, son sujetos de permanentes discriminación cuando se les aplican costos más altos que al resto de la población, se les cobran impuestos que no se cobran a ningún otro grupo, como es el caso del Impuesto de Timbre Nacional, equivalente a más del 40% en el costo de los trámites a realizar en Consulados – el pasaporte en Bogotá tiene un costo de $165.000, mientras que, al obtenerlo en cualquiera de los Consulados colombianos, llega a alcanzar un precio superior a los $500.000 –
Continúa en la próxima edición…