Las verdaderas mentiras (I)

Este artículo hace mención de algunas mentiras que nos dicen o nos decimos repetidamente y de forma parcial o total, pero recuerda que una verdad a medias, es una completa mentira. Ahora bien, mi intención no es generalizar, por lo que, si en ninguno de estos apartes te sientes identificado, te felicitamos porque eres una de esas pocas personas o también existe la posibilidad de que eres otra verdadera mentira.

Es culpa del gobierno

Realmente los culpables son sus propios electores, que, por desgracia, matemáticamente, son mayoría, y esto incluye tanto a los que votan como a los que no; pero, además de esto, cuando nos suben las tarifas de electricidad, el IVA, cuando nos quieren aplicar reformas tributarias, y otras tantas situaciones más, los verdaderos culpables son algunos sectores privados (empresas eléctricas, bancos, constructoras, empresas de gaseosas, etc.). Son estos los empresarios que gobiernan, lo que yo llamo hoy, gobiernos privados encubiertos.

Donde, además, nos distraen con enfrentamientos entre administraciones, políticos, partidos y opositores entre sí, mientras estos empresarios gozan de un cómodo y conveniente anonimato y de grandes beneficios económicos. Beneficios construidos sobre los abusos, la ausencia de una verdadera regulación y supervisión del gobierno, cuya cómplice responsabilidad es verdadera y causante, no solo del atraso social, sino del deterioro de la calidad de vida. En un país, todos son importantes, pero especialmente la clase trabajadora, quien no solo es la mano de obra que saca adelante el progreso, sino que, a su vez, representan el mayor consumo de cualquier economía. Vivimos desmesuradamente una democracia y una política al servicio del dinero privado.

Somos una democracia que respeta los derechos, cumple con los deberes y fomenta el valor y progreso social.

Si esto fuera cierto, existiría una justicia eficaz, una legislación laboral digna y útil y un aparato estatal ágil, rápido y amable. Esto, lamentablemente, se ha implementado en pocos países, donde el desarrollo y la calidad de vida son superiores y evidentes, un verdadero progreso social, para todas las partes que conforman su territorio.

No somos indiferentes

Puede que tengamos conocimiento de muchas cosas que suceden, pero no nos importa, por lo que no utilizamos ese conocimiento para ayudar a otros. Por eso, vemos personas muriendo en alta mar, por tratar de llegar a una tierra donde su vida se respete; mujeres maltratadas o muertas por ese machismo insensato y animal; niños sufriendo por tantos prejuicios sociales, fomentados por los mismos padres en casa; jóvenes muertos por protestar o pensar diferente; líderes sociales desaparecidos con sus esperanzas; medios de comunicación que hablan de libertad de prensa, deformando la información y maltratando la comunicación; religiones que señalan y sentencian; y hombres y mujeres que se preocupan solo cuando se ven afectados ellos mismos, pero se escudan en la desgracia de quienes jamás les han importado.

Así somos / Es lo que hay

Jamás es cierto, así quieres ser y es lo que deseas que haya, no hacer nada es la solución más fácil, pero la más costosa al final, porque no aporta ni soluciona nada. Nos hemos convertido tristemente, en los comentaristas de nuestras propias desgracias, las narramos con emoción, las analizamos, las debatimos a fondo en ocasiones, pero no hacemos nada, con lo cual no cambiamos nada. Por el contrario, esperamos en esa distancia prudente y observadora, además de muy cómoda, que sean otros los que marquen la diferencia: Vivimos en esa zona de confort que anula intenciones y esperanzas al vivir en ese tiempo circular que transcurre, pero no avanza, porque vivimos lo mismo día tras día, donde pasa el tiempo, pero nada más pasa. Es y será siempre tu elección y decisión y con ello eres responsable y causante, aunque no lo desees de lo que pasa o no pasa.

Somos independientes

Celebramos la independencia de un país un día al año, pero ¿Cuál independencia celebramos? Si seguimos dependiendo de gobiernos corruptos, empresarios inhumanos, sin ética y sin buenas praxis empresariales, de un sector privado amañado y protegido por muchos gobiernos, cuya finalidad es generar riquezas a unos cuantos, empobreciendo la vida de muchos y generando retraso y pobreza. Si dependemos de una función pública precaria, inaceptable y más Erectus que Sapiens. Si dependemos de algunos funcionarios que no sirven, porque no saben ni comprenden el significado de servir; dependemos por desgracia, de muchas empresas que van en aumento, las cuales practican el error, las malas praxis y los abusos y se aprecian a sí mismas de buenas y de calidad, solo porque la explotación, la mentira, el engaño, las falsas apariencias y su ineptitud están generando ingresos. Una sociedad de consumo, donde al parecer consumimos suciedad, porque el servicio al cliente es un simple y aparente enunciado o un departamento fantasma. En la realidad a nadie le importa la satisfacción del cliente sino su dinero.

Somos dependientes

Nos hemos vuelto atracadores de la confianza y carteristas de nuestros propios clientes. Somos dependientes de bancos donde lo único que tiene valor para ellos, es tu dinero, pero tú y tus molestias no; donde dependemos de jefes que exprimen vidas, pero no conocen nada de la vida real y en ocasiones no tienen ni idea de cómo llevar su propio negocio; donde se invierte más en viajes que en personas, y en comodidades más que en solucionar en parte muchas desgracias; donde dependemos para opinar y reaccionar, de los que nos diga un programa de radio o audiovisual, porque no tenemos un criterio propio e independiente, porque dependemos en ocasiones de esos falsos profetas, que solo buscan aplausos, seguidores y reconocimientos.

O dependemos de personas que viven por el dinero, porque sin él no son nada, y tristemente aunque lo tengan, tampoco lo son, porque la vida no es un selfie de lujos y comodidades, sino de alegrías incómodas y de compartir las mismas, cuando un virus se llevó a muchos y nos cambió los hábitos sociales, pero a muchos al parecer, no nos cambió la vida, cuando en realidad muchas cosas buenas dependen de nosotros mismos, muchas oportunidades y mejoras. Discutimos por las responsabilidades ajenas, olvidando las nuestras, y pareciera entonces que dependemos de que alguien más haga algo bueno, porque yo me encuentro ocupado juzgando, culpando o sencillamente esperando. Es cuando me pregunto y te pregunto, ¿Qué independencia tú y yo celebramos?

Al final tú y yo decidimos si queremos vivir mentiras o verdades, pero no olvides que solo la verdad nos hará libres, de lo contrario viviremos siempre como esclavos, y esclavos de nosotros mismos y nuestras mentiras.


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