Faruth Adi Vargas Medina
Al observar tantas vidas perdidas, sin referente alguno para un cambio de mentalidad y un diálogo de valor, un país sin educación, sanidad ni seguridad, con una corrupción desde abajo hasta los más altos poderes, es entendible que, un país maravilloso pero manipulado y mal administrado, no salga de sus falencias y no supere sus diferencias, además de no tener una verdadera democracia. Si eres de algún ideal político, ya sea izquierda, centro o derecha, te catalogan y te critican, con esa constante división nacional y cuestionamientos; o si eres de un equipo o del otro, si eres católico o pentecostal, si eres de Los Andes o de la Nacional, si eres hombre, mujer u homosexual, etc.
Los gobernantes tienen una arraigada doble moral; mientras institucionalizan la ley seca y el toque de queda, permiten el “día sin iva” para beneficiar a los gremios mercantiles, quienes masacran a la estúpida población que sigue el juego con la compra de un colchón o un televisor, en plena pandemia. Mientras tanto, dicen que se debería mirar lo bueno de Colombia, difundirlo y trasmitirlo, y los mismos medios mediocres desinforman con noticias falsas y bulos, haciéndose responsables de esa inalcanzable tranquilidad y paz que tanto necesita el país.
Es imperiosa una construcción fuerte y sólida donde los poderes del estado sean totalmente independientes, y una sociedad más unida, para compartir y combatir estas circunstancias.
Cuándo podremos dejar atrás el pasado oscuro y negativo y seguir con fuerza, donde nuestros niños puedan educarse, jugar y acostarse sin hambre; donde un agricultor pueda sembrar y tener retribuido sus beneficios para él y su familia; donde el periodista pueda documentarse y expresar su información sin temor a perder la vida; donde el ciudadano pueda circular sin temor a perder la vida por un móvil, etc.; o tan siquiera poder salir a trabajar y tener sus ingresos; y donde nosotros, los artistas, podamos crear y exponer arte nacional e internacional, pues es mejor tocar un instrumento, componer, bailar, dibujar y así un sin fin de oficios y talentos colombianos que se destacan dentro y fuera de las fronteras.
Cuando entendamos y le demos valor y sentido de pertenencia a lo nuestro, podremos seguir construyendo la mejor Colombia que anhelamos y que el mundo tanto necesita. Yo mismo, como artista, he recibido rechazo de muchos medios en mi propio país, donde se tiene que pagar “payola” o la mejor noticia es la desinformación, chisme o el alboroto de lo pésimo y destructivo de las narconovelas que terminan viendo nuestros niños y creciendo con personajes, quienes serán posiblemente sus ídolos o ejemplos por su vida de sueño.
Pero detrás de esa vida, estaba esa mancha de sangre colombiana, esa mancha blanca en polvo que destruye un ser humano; esa mancha blanca debería ser el vestido que utilicemos para cambiar de una vez por todas y valorar las vidas de todo colombiano.
La idea no es dividir, por el contrario, es dejar una mejor conciencia ciudadana y seguir construyendo, donde no tenga cabida el ego, la maldad, el odio, la división y todo aquello que por décadas ha destruido vidas y familias enteras colombianas.
Necesitamos una sociedad unida para tener salud en condiciones y accesible, productos a precios justos y controlados y servicios públicos con tarifas razonables, educación gratuita, fuerza de seguridad al servicio de su gente, empresas y emprendedores, con entes de control, con cultura ciudadana, y permitir sembrar en una tierra maravillosa con paisajes preciosos, donde la falta de tolerancia y valor por la vida y la corrupción nacional, nos sigue destruyendo como país. No lo podemos permitir.
Somos luchadores de gente buena, pero son tantas las falencias, que deberíamos replantearnos si nos merecemos una tierra como Colombia, con administradores públicos siempre criticados cuando nosotros mismos los elegimos, donde en muchas circunstancias somos partícipes por vender el votó o elegir a dedo al guapo, o a quien tenga más y no al más preparado, ni al que venga con proyectos razonables de renovación y modernización. O tan sencillamente, ni siquiera, al que tenga sus argumentos y preparación.
Esa mentalidad es cruel y debemos salir de esa debacle incrustada en nuestra sociedad, y creer que entre todos podemos luchar por un cambio positivo, hacer una buena canción donde su melodía y la composición, sea de todos por un mejor Colombia, un mejor país de grandiosos seres humanos, y aprendamos que no todo lo malo vivido es mal ejemplo. Por el contrario, debe ser el inicio y la fortaleza para que no se repita la misma historia. Qué mejor honor le podemos brindar aquellos que han dado su vida por los nuestros y por nosotros, no debemos perder la memoria porque también han sido buenos colombianos.
Que no pueda el egoísmo, que no triunfe el mal, no permitamos más corrupción, evitemos la división en medio de las diferencias y la posición de cada uno, que por generaciones podamos tener ese país que tanto decimos amar, pero tanto daño le hacemos y le hemos hecho a nuestra sociedad, y que al contrario con positivismo lo saquemos adelante entre todos, siendo buenos ejemplos, y entre nosotros mismos tener dignidad y valores para inculcarlos. Sí, no me importa tu pasado, yo quiero un mejor presente de gente buena y decente y deseo ser parte de ese Colombia que digo amar y a donde hoy, desde la distancia, quiero un día regresar y ser esa parte constructiva y donde con respeto se pueda debatir para construir ese Colombia por la cual debemos seguir teniendo mente sana y lo más importante un corazón valiente.