En el mundo se estiman que hay más de 258 millones de migrantes, según datos de las naciones unidas (UN DESA, 2017), representando aproximadamente, el 3 por ciento de la población mundial. La Organización Internacional de las Migraciones “OIM”, define al migrante internacional, a efectos estadísticos, como una persona que cambia de país de residencia habitual.
Un migrante de larga duración es una persona que establece su residencia en un país diferente por un período de al menos un año, mientras que un migrante de corta duración es aquél que se traslada a un país que no es el de residencia habitual por un período de al menos tres meses, pero inferior a un año. El proceso de movilidad de este colectivo genera grandes beneficios a las comunidades de origen y destino a niveles: económico social y cultural. La globalización ha impulsado la migración porque la interconexión mundial, al igual que facilita la circulación de mercancías y servicios, promueve el desplazamiento internacional de las personas.
La migración laboral ha facilitado que países que necesitaban mano de obra no cubierta por residentes pueda ser ocupada por migrantes. Estos nuevos trabajadores al contribuir a la seguridad social permiten que se paguen las jubilaciones. Los migrantes reactivan la economía local en los países de destino y realizan otras contribuciones socioculturales importantes. Por otro lado, con las remesas favorecen la economía de sus países de origen, sus familias y comunidades comprando bienes y servicios. De esta manera se concluye que la migración es un poderoso impulsor del desarrollo sostenible, para los propios migrantes y para sus comunidades de origen, tránsito y destino.
El análisis de este aporte lo realiza el codesarrollo que es un área de estudio que reconoce a los migrantes como agentes de cooperación transnacional. Hoy se valora que los migrantes representan aproximadamente el 3 por ciento de la población mundial, pero producen más del 9 por ciento del PIB mundial, es decir, unos 3 billones de dólares más que si se hubieran quedado en su lugar de origen (OIM y McKinsey & Company, 2018).
Es importante mencionar que, del mismo modo que la migración tiene un impacto sobre el desarrollo, también se ve afectada por este. Los conflictos, el cambio climático, el desempleo y otros factores negativos en un país causan el efecto expulsión de la población para que se desplace a otros países con mejores oportunidades.
Los retos de esta nueva década frente a la xenofobia es actuar con diplomacia humanitaria para exponer los aportes de la migración al desarrollo que se exponen en la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030, impulsada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), desde mediados de la década anterior con la participación de la comunidad de países asociados. En ella se han concretado 17 objetivos de desarrollo sostenible (ODS) y 169 metas.
Dicha agenda ofrece un marco general para analizar la relación dinámica entre migración con desarrollo y para comprender mejor como la migración y los migrantes pueden dar forma a logros de desarrollo y viceversa. Es la primera vez que la migración se integra explícitamente en la agenda mundial del desarrollo. Reconoce que todos los migrantes, mujeres, hombres y niños, forman un grupo vulnerable que requiere protección, y los reconoce también como agentes de desarrollo, y establece que se refiere a todo tipo de migración (interna o externa), incluido el desplazamiento.
» Dicha agenda ofrece un marco general para analizar la relación dinámica entre migración con desarrollo y para comprender mejor la migración «
Se hace referencia específica a la migración en la Meta 10.7 del Objetivo “Reducir la desigualdad en los países y entre ellos”, que insta a “Facilitar la migración y la movilidad ordenadas, seguras, regulares y responsables de las personas, incluso mediante la aplicación de políticas migratorias planificadas y bien gestionadas. Algunos objetivos se refieren igualmente de forma directa a la migración y otros la asumen de manera transversal. En este orden de ideas la OIM considera que la implementación de los ODS proporciona una oportunidad para proteger y empoderar a las poblaciones en movimiento, que les permita desarrollar su potencial de desarrollo y beneficiar a las personas, las comunidades y los países de todo el mundo.
Esta agenda constituye una oportunidad para que la migración sea tenida en cuenta como parte integral del desarrollo. Por ello, se debe aprovechar que los países miembros de las naciones unidas están comprometidos en avanzar en este plan de acción mundial a favor de las personas, el planeta y la prosperidad, que tiene por objeto asegurar el progreso social y económico sostenible en todo el mundo y fortalecer la paz universal dentro de un concepto más amplio de la libertad. Según la OIM, el principio de universalidad que sustenta los ODS es especialmente significativo para la migración, ya que puede promover la colaboración internacional sobre el tema. Cada país comprometido puede colaborar a nivel individual y en cooperación a avanzar hacia una gobernanza internacional de la migración más efectiva basada en alianzas mundiales. Con ello se va más allá de la noción de clasificar a los países como países de origen, tránsito y destino, y las correspondientes funciones y responsabilidades migratorias de cada uno de ellos.
Esto también permite ayudar a reconocer la contribución positiva que puede hacer la migración a los resultados de desarrollo. La conexión migración-ODS van mucho más allá de la implementación de políticas de migración e implica la integración de la migración en los diferentes sectores de la gobernanza. Al fortalecer la coherencia entre las agendas de migración y desarrollo, las políticas de migración pueden mejorar los resultados de desarrollo, y las políticas de desarrollo pueden mejorar los resultados de la migración.
