Por Silverio Gómez Carmona.
El dólar cerró 2021 en $ 3.981,16, con una devaluación de 16 % en el año. Los cálculos de los analistas, contagiados de fatalismo, estimaban que su precio alcanzaría para las elecciones de marzo a $ 4.200 y en la primera vuelta presidencial $ 4.400, siguiendo la línea del temor mediático infundido en redes, arma política predilecta de algunos sectores para desconocer la realidad de lo que pasa en nuestro país y lograr seguidores por la vía del miedo.
Muy equivocados estaban esos pregoneros. Para su sorpresa, conocidos los resultados de las consultas del 13 de marzo, el peso comenzó a fortalecerse, cayendo el 14 de marzo a $ 3.827, a 3.748 el 31 de marzo y a $ 3.707 el 5 de abril, esto es un fortalecimiento de la moneda de más del 8 % en cuatro meses. ¿Y eso qué significa? Sencillo: los colombianos, pudientes o no, no se están llevando la plata, sino que la están trayendo para hacer negocios grandes y pequeños.
Cifra récord
¿Que no es cierto? Las remesas de los colombianos que viven en el exterior lo demuestran. En 2021 ingresaron US$ 8.597 millones, cifra récord en la historia nacional, con un crecimiento de 24 y 27 % frente al dato de 2020 y 2019. Y este año siguen disparadas: en el trimestre diciembre 21/febrero 22 entraron US$ 2.141,5 millones, 24 % más que en el mismo periodo anterior. Así, este año se podrá pasar de US$ 10.000 millones en 2022. Pura demanda y consumo para los colombianos de a pie.
¿Por qué pasa esto? Porque los colombianos, que un día abandonaron el país por causas distintas, no solo envían dinero para apoyar a sus familias, sino que tienen confianza en el futuro de Colombia. Y no es cuento, pues las cifras de vivienda lo certifican: el año pasado se vendieron 228.000 unidades nuevas, récord histórico luego de dos años también sin antecedentes, 2020 con 177.000 y 166.000 en 2019, más de 570.000 en tres años. Y uno desprevenido pregunta: ¿están comprando porque quieren irse del país? No rotundo.
Basta con mirar publicaciones en países como España para comprobar la creciente demanda de colombianos residentes allá por casas, apartamentos, fincas y lotes, aquí, estimulados con campañas oficiales como la de ‘Tu casa en Colombia, tu mejor destino’, de Camacol y ProColombia.
Colombia tiene grandes oportunidades de atraer capitales extranjeros en sectores como la energía no convencional, con casos espectaculares ya, como lo que está ocurriendo en La Guajira, en donde se han instalado importantes empresas extranjeras con ese objetivo; en la industria audiovisual (películas y serios), atraídos por los estímulos oficiales (economía naranja) y el gran talento nacional reconocido sin tapujos desde afuera. Quién lo creyera: la guerra Rusia-Ucrania le abre a Colombia oportunidades en energía por su sol y vientos, y también en agroindustria, aunque todavía ahí falta mucho por hacer en innovación y equipos, y crear condiciones.
Confianza
Hoy, la confianza no es un mero discurso que manipula y enreda sino que se puede medir, y la analítica de datos permite acertar en las predicciones. Cada día la usan más las empresas y Colombia la requiere como instrumento de supervivencia, pues los datos están ahí y no se pueden ocultar o usar para fines electoreros, como lo hizo hace unos días un exdirector de la junta del Banco de la República que estuvo 12 años en el cargo, a nombre de la izquierda, al afirmar que “lo cierto es que el gobierno que suceda al del Centro Democrático encontrará una economía descuadernada, muy difícil de enderezar”. Su evaluación no resiste el mínimo ejercicio aritmético, al igual que cuando un día dijo que la tasa de interés podría subirse al 150 % con tal de bajar la inflación.