Pie de foto: Excombatientes en proceso de reintegración en una feria empresarial en el Parque Nacional de la Uva de La Unión, Valle del Cauca. Foto ONU Colombia
Se cree que la apatía surge cuando reconocemos sin escrúpulos que la guerra es un medio necesario para el avance de los Estados. Gracias al entorno cultural, los humanos entendemos como imposible renunciar a la paz, pero de manera contradictoria la rechazamos.
Lo simple sería apostar a los conceptos que terminan por definir la guerra como la ausencia de paz. Sin embargo, es más cómodo entender la paz desde lo estructural y anti-minimalista. Es más fácil evadir responsabilidades humanas y sociales cuando se busca explicar la guerra como “ese algo” que trasciende de la confrontación violenta.
Es confortable cargar las culpas sobre las diversas relaciones causales que explican el problema estructural. Hasta el momento lo difícil es implementar un nuevo sistema de relaciones económicas y sociales porque lo fácil es responsabilizar a un sistema basado en el capital. ¿A quién pedir cuentas? A nadie porque las responsabilidades se traspasan entre redes de lo público y lo privado, entre unos y otros, entre los que financian la guerra y los que hacen la guerra, sin que nadie pague por las consecuencias negativas, salvo los afectados, los pobres y los desprotegidos.
El largo camino que queda hacia la paz perpetua de Kant, propone una idea positiva de república mundial fundamentada en un derecho cosmopolita. Imagina concebir al ciudadano como un Estado Universal de la Humanidad. La posición humanista no se centra en lo humano, no lo pone por encima ni por debajo del otro. Por eso es crítico con el Estado, con el dinero, con la religión, con la guerra, porque son precisamente esos valores centrales los que subordinan al ser humano hacia el control o el sacrificio.
La verdad es que también son reflexiones demasiado utópicas si tenemos en cuenta verdades universales como “el dinero lo es todo, o por lo menos casi todo”. El dinero es gobierno, política, ley y poder. También es filosofía y religión. Parece que en nuestro mundo nada se hace sin dinero. La guerra también es dinero, es hambre, es desigualdad y es pobreza.
El medio natural es para los animales, pero el medio histórico y social es para los humanos. Si existe algo natural dentro del ser humano, es el sentido natural del cambio social, de la transformación y de la historia. Es así como debe ser entendida la naturaleza humana y no de otra forma.
¿Acaso el ser humano no quiere vivir? ¿Bajo qué condiciones decidimos hacerlo? La guerra ha sido la compañera inseparable de la especie humana desde que poseemos memoria histórica. No entendemos para qué estar mayoritariamente en contra de la guerra si prácticamente cuesta movilizarse en favor de la paz.