Entrevista con Manuel Gutiérrez Chaparro, Delegado Fundación Humanismo y Democracia – H+D en Colombia

“Construyendo paz con equidad desde Nariño”

1. Podrías desarrollar un paralelo comparativo de la situación en la zona de influencia del Convenio, entre el periodo inicial, hace 5 años, y el actual.

La intervención Construyendo Paz con Equidad desde Nariño fue una iniciativa de trabajo entre la Fundación Humanismo y Democracia H+D y el Centro de Investigación y Educación Popular CINEP, financiada por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo – AECID. Este gran proyecto tuvo una duración total de 5 años para su ejecución y tuvo como objetivo visibilizar, fortalecer y ampliar las capacidades de las mujeres campesinas e indígenas y de sus organizaciones en diez municipios de Nariño (Colombia), para que aportaran de manera decisiva a la transformación de realidades concretas en sus comunidades, a la construcción y condiciones de justicia económica y a la restitución de derechos en un horizonte de posacuerdo (en el momento de la planificación), como vía para la construcción de paz en Nariño, Colombia.
Construyendo paz con Equidad desde Nariño se desarrolló entre los años 2015 y 2020, beneficiando de manera directa a organizaciones y pobladores de 10 municipios del departamento de Nariño: Los Andes, Taminango, San Lorenzo, Arboleda, La Unión, San Pablo, Colón, Yacuanquer, Sandoná y zona rural de Pasto. Asimismo, de manera indirecta se alcanzó la participación y la incidencia en organizaciones de los municipios de El Tambo y La Cruz, en Nariño, y Mercaderes y Bolívar en el sur del Cauca.
Durante estos cinco años se procuró fortalecer las iniciativas de las organizaciones de base que se venían desarrollando mucho antes del proceso de paz. Estas iniciativas venían madurando y concibiendo la paz como algo más complejo que la mera terminación de la guerra, más bien era la posibilidad de promover el desarrollo de regiones y de las comunidades, el acceso a derechos y la vida digna en cada uno de los territorios que se acompañaron.
La apuesta de esta intervención requirió de un gran esfuerzo interinstitucional: desde organizaciones locales de base, alcaldías municipales, la gobernación de Nariño, organizaciones de defensa de derechos humanos a nivel nacional y de la estrecha coordinación entre la Fundación H+D y la AECID.
Construyendo paz con Equidad desde Nariño concentró todas sus actividades alrededor de tres grandes líneas de intervención: 1) Impulsar procesos de construcción de paz territorial con perspectiva de derechos y de equidad de género, 2) Ampliar las capacidades de las mujeres campesinas e indígenas de 10 municipios de Nariño, fortalecer sus organizaciones y visibilizar sus liderazgos para la exigibilidad de derechos y 3) Incrementar la autonomía económica y alimentaria de las mujeres.

2. El Convenio ha logrado que este trabajo realizado pueda trascender e influir en otras zonas del departamento de Nariño y quizás otras zonas de Colombia? ¿Es probable que las mujeres alcanzadas por el programa amplíen su influencia?

La propuesta se desarrolló en 10 municipios de Nariño, pero su carácter regional y su enfoque territorial permitió que sirviera como modelo replicable en otras zonas del departamento. Las organizaciones de base con las que trabajamos, trabajan a su vez en otras zonas del departamento y esta puesta en marcha de las actividades les ha permitido ampliar sus capacidades y adelantar el camino que venían transitando para poder seguir trabajando en otros lugares de una naturaleza similar. Además de Nariño, la intervención les sirvió a las organizaciones del norte del departamento para trabajar con organizaciones del sur del Cauca, una zona limítrofe. Las mujeres de las organizaciones venían, desde hace años (décadas), trabajando en propuestas regionales de construcción de paz que, sin duda, les ha servido para ampliar su influencia y generar alianzas con otras mujeres campesinas y con otras organizaciones.

3. Qué se puede considerar como lo más importante logrado por el Convenio entre las mujeres de Nariño: equidad de género, derechos, integración territorial, pedagogía, autonomía, marco económico, etc.

Desde mi punto de vista, lo más importante ha sido la formación generada a través del convenio. Durante los 5 años de ejecución, se han desarrollado formaciones en diferentes ámbitos: en resolución de conflictos, en exigibilidad de derechos, en agroecología… Estas formaciones han estado avaladas por H+D y nuestro socio local en Colombia, Cinep/PPP. Pero, sin duda, la formación más importante fue la formación en el ABC del género que permitió que las mujeres conocieran sus derechos y reconocieran diferentes tipos de violencia basada en género. ¿Para qué conocer los derechos y reconocer diferentes tipos de violencias? Para poder denunciar y exigir lo que, por ley, les pertenece. Una vez finalizadas las actividades podemos ver a mujeres que ahora pueden hablar con propiedad, son capaces de hablar en público, son capaces de organizarse para hacer propuestas ante las asambleas locales y, sobre todo, para ser conscientes de que ellas pueden cambiar las cosas, de que ellas no solo están destinadas a las labores domésticas.

4. Qué tan sólido se puede considerar el trabajo realizado entre las organizaciones de mujeres y las mujeres mismas, de cara al futuro en el corto, mediano y largo plazo, sin la participación del Convenio.

Las diferentes formaciones llevadas a cabo durante esta intervención, permitió que las mujeres adelantaran un camino que, sin la ayuda del convenio, quizá hubieran alcanzado dentro de muchos años. Nuestra intervención significa un antes y un después para estas mujeres. Al inicio de este convenio, algunas mujeres no se atrevían a hablar en las clases, sentían vergüenza, pensaban que ellas no tenían nada que aportar; al finalizar el convenio, una de ellas, decidió lanzarse a la carrera política como representante al consejo municipal.

5. Los resultados del Convenio dejan un innegable legado y las Cartas desde el Macizo Andino Nariñense así lo evidencia con cada testimonio. Puedes mencionar las Cartas que más van a impresionar al lector y las razones.

Tuve el gran honor de escuchar estas historias de viva voz durante los cinco años que estuvimos trabajando en Nariño. Estas y muchas más. He tenido la posibilidad de viajar en incontables ocasiones a Nariño y a los municipios de intervención y puedo decir, sin equivocarme, que las mujeres y los hombres que nos brindaron sus testimonios se convirtieron en mis amigos y que esa amistad durará para siempre. Llevo a cada una de esas mujeres y hombres en mi corazón y me resulta imposible escoger una sola carta o adelantarle al lector con qué carta se impresionarán más. A mí me emocionó cada testimonio y cada una de las historias de superación que se relatan en el libro porque son historias de verdad, historias muy duras que me recuerdan que todos podemos superarnos y que los límites solo existen en nuestras cabezas. 

6. En cada una de las Cartas se puede leer el enorme sentido de pertenencia de sus protagonistas y sus familias por su territorio y también una inequívoca voluntad de trabajo y de querer la paz en la región. Entonces, se puede deducir que no existen políticas públicas para el desarrollo de estas comunidades o son ineficaces esas políticas.

Las políticas públicas para el desarrollo de estas comunidades sí existen, pero les toca seguir trabajando y les toca seguir exigiendo lo que, históricamente, el Estado les ha negado. Nariño es un departamento ubicado en el suroccidente colombiano, alejado de la capital y separado geográficamente por el Macizo colombiano del resto del país. Estas características han llevado al departamento a una sensación de “abandono” por parte del Estado (y cito palabras de los propios beneficiarios de la intervención). Por lo tanto, respondiendo a tu pregunta, ¿no existen políticas públicas? Sí, existen, pero son insuficientes. Como comentabas, el arraigo territorial de estas personas al departamento y su profundo compromiso por la construcción de una paz estable y duradera en la zona, les llevará, sin duda, a continuar en su trabajo y a seguir aumentando su liderazgo político a nivel regional, municipal, y departamental.

7. ¿Se encontró el Convenio en estos cinco años, con dificultades para acceder al proceso de sensibilización de las comunidades y de sus mujeres? Menciona algunas

Durante estos cinco años nos hemos encontrado muchas dificultades; no solo el en proceso de sensibilización de las comunidades y de sus mujeres sino también con problemas de orden público, dificultades con grupos armados al margen de la ley, con amenazas… En algunas ocasiones, las mujeres se encontraron con dificultades en sus hogares por la resistencia de sus maridos a que participaran en los cursos de formación. En estos casos, ellos fueron invitados a las formaciones y, como resultado, se consiguió que la sensibilización fuera a nivel familiar y que participara toda la comunidad. Sin duda, lo más triste y la mayor dificultad que nos hemos encontrado han sido las amenazas constantes a líderes sociales y defensores de derechos humanos. Quisiera no estar diciendo estas palabras, pero en estos cinco años, por desgracia, grupos armados asesinaros a varios líderes y lideresas sociales que nos estaban acompañando en el proceso. Dejaron un legado que, sus hijos, sus hijas y los compañeros de las organizaciones sociales han continuado y continuarán. Me sigue sorprendiendo la valentía de estas personas y su lucha constante por defender sus territorios y su identidad campesina.

8. Se hace inevitable comparar la situación del campo entre los dos países, Colombia y España; a parte del conflicto armado existente en Colombia, ¿qué otras razones se pueden considerar como las causantes de la situación que ha vivido esta región y, sobre todo, sus mujeres?

Sin duda, el conflicto armado es una marca que hace incomparables a ambos países y que marca la historia del departamento de Nariño y de Colombia. Si tuviera que resaltar otras razones que expliquen las causas, destacaría el acceso a la educación. Poder acceder a una educación de calidad marca un punto de partida hacia la igualdad de oportunidades. Por esta razón, en el año 2014, cuando formulamos esta propuesta, hicimos una gran apuesta formativa para poder sensibilizar a la población y que, con esta formación, pudieran exigir sus derechos. Hay que tener en cuenta que la población en general se ha visto afectada por las consecuencias de una guerra de más de 50 años, y el trabajo que queda por delante es largo. Por lo tanto, identificando la desigualdad de oportunidades con las que cuenta la población campesina, una de las causas radica en la falta de oportunidades educativas. Nosotros hemos sembrado una semilla, ahora toca esperar y ver los resultados.

9. Se puede considerar que la Cooperación de España, tiene que seguir teniendo presencia en Colombia en el desarrollo de este tipo de convenios.

Desde mi punto de vista, la cooperación española debe seguir teniendo presencia en Colombia y en el departamento de Nariño. Este tipo de intervenciones aceleran los procesos que vienen gestándose en el territorio y, aunque son los habitantes de los municipios y sus organizaciones de base, los responsables de su propio desarrollo, en muchas ocasiones, si no hay proyectos como este que aceleren los procesos, todo queda estanco y nunca se ven resultados. La cooperación española es un referente en construcción de paz en el país y un referente en equidad de género. Sin el apoyo de la cooperación española y otras muchas agencias presentes en el territorio, la ansiada paz en departamento y en el país, tardará muchos años más en lograrse.

10. ¿Podría afirmarse que en esta región ya se puede experimentar algunos beneficios de la firma de los Acuerdos de Paz? y ¿cuáles serían?

La implementación de los acuerdos ha sido un trabajo difícil por la división de opiniones en el país. Durante las negociaciones del proceso de Paz en la Habana hubo una disminución de victimizaciones a líderes, pero éstas aumentaron después de la negociación. Yo veo que la violencia sistémica contra líderes sociales que trabajan por la implementación de los acuerdos de paz, dificulta seriamente, cada día, la implementación de los mismos. Todos los días hay homicidios y agresiones contra líderes y defensores de derechos humanos, por lo tanto, el trabajo trazado inicialmente, se retrasa cada vez más.
Quizá podríamos destacar, como logro significativo, que se han podido definir Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (los llamados PDET) en más de 150 municipios del país. Sin duda, la definición de estos programas son una de las claves del Acuerdo de Paz para cumplir con el punto número 1 del mismo: el desarrollo rural integral.


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