Colombia ha entrado en un profundo proceso de transición y cambio. Para nadie es un secreto que nuestro país ha venido atravesando una larga crisis que ahora se está transformado en la oportunidad de cambiar nuestra historia y realidad después de la firma del acuerdo de paz.
Desde hacía muchos años, los procesos electorales se veían marcados por un alto índice de abstencionismo, reflejando el profundo desinterés -tal vez mezclado con una profunda desesperanza- de parte de los ciudadanos colombianos de acceder a un derecho tan fundamental como el de elegir quien nos represente.
Con una participación electoral que solía situarse por debajo de un 50%, siendo comparado con otros países latinoamericanos, Colombia venía presentando un dato de actividad muy bajo, pero esto cambió. En las últimas elecciones presidenciales el pasado 27 de mayo, se vivió un momento histórico, con una participación del 53,31%. La clara evidencia de la necesidad de transformación de un país en transición quedó reflejada en las urnas y en las conciencias de los y las colombianas.
¿Y cómo no hablar de quiénes heredaran el cambio? Si bien el clima electoral estuvo marcado por una fuerte polarización de ideologías de derecha e izquierda, con un 39.14% vs 25.09% respectivamente, la participación activa de los jóvenes estuvo muy presente, 12 millones de votantes entre 18 y 28 años asistieron a las urnas. Las redes sociales estuvieron invadidas de numerosas opiniones, cuestionamientos y hasta memes, quedando evidenciada una vez más la imperiosa necesidad de construir una Colombia basada en una transformación social, que cuente con la participación activa no solo de quienes tradicionalmente han venido haciéndolo, sino también de personas jóvenes que aporten ideas nuevas y propuestas diferentes para construir ese país que todos queremos.
Otro dato importante, que marca un punto de partida para el cambio es que es la primera vez que muchos ex combatientes de las FARC acudían a los comicios electorales. Si bien la postura política de cada uno frente a esta nueva ideología es muy respetable, también es cierto que muchos ciudadanos que no habían podido ejercer plenamente su ciudadanía en unas elecciones, pudieron hacerlo.
El próximo presidente, será el encargado de conducir una transición hacia la consolidación de la paz, la eliminación de la violencia que persiste en algunos territorios, y la recuperación económica, además de la generación de empleo y mejoramiento en políticas sociales, cuestiones muy importantes a la hora de administrar un país en el que se viene gestando una fuerte etapa de entropía, donde algunas cosas deben morir para que otras nazcan.
Es por ello que este próximo 17 de junio, esta cifra histórica debe crecer aún más. Con la participación ciudadana activa de los y las colombianos en la segunda vuelta para elecciones presidenciales, podremos construir ese país de cambios que queremos ver.