Cambio inesperado

Bogotá Solidaria en Casa

Pie de foto: Paquetes alimentarios y de aseo en la Localidad de Bosa, en el marco del programa Bogotá Solidaria en Casa. Foto Alcaldía de Bogotá, Anderson Acosta

En Colombia todo era rutina normal, actividades cotidianas que se conjugaban con entusiasmo y gente pujante, acompañada del afecto familiar imprescindible, traducido en vivir comunitariamente. Pero, a partir de marzo de 2020, se empieza a gestar paulatinamente cambios profundos en el comportamiento, hábitos y forma de vivir de las personas, fruto de la propagación de la pandemia Covid 19 a nivel mundial y que permeó a la población en Colombia, lo que ha obligado al gobierno a tomar medidas atinentes a minimizar los impactos humanos, sociales, económicos, etc. que este virus está produciendo. Es así como, forzosamente, se da el alineamiento gobierno central y gobiernos locales, esto es, Presidencia, Gobernaciones y Alcaldías, como una fuerza que genera, promueve, aplica y controla medidas en los diferentes frentes que atañen al país y su gente.

Realmente es un acierto ese alineamiento y las directrices implementadas, no obstante, lo que ello implicaba muy a su pesar. Para implementar el plan en acción, se constituyen dos equipos asesores directos del gobierno: un equipo de especialistas en las áreas de la salud y otro equipo experto en materia económica. Se expiden y activan decretos tales como, cerrar fronteras tanto aéreas como terrestres (el virus fue importado), se institucionalizó el uso de elementos de protección entre la población que ya son hábito (lavado frecuente de manos, uso de alcohol, confinamiento voluntario, distancia entre personas, etc.), también se determinó la prohibición de conciertos, actividades culturales y deportivas y, en general, eventos que aglutinaran más de 50 personas, lo mismo que ingreso a centros comerciales y sitios de alta congestión humana.

Todo lo anterior se fue asimilando y acatando por la sociedad; la finalidad era “aplanar” la curva de contagios que crecen exponencialmente; pero, controlada de forma parcial esta situación, surge el problema económico. Después de unos días, se decide implementar “el aislamiento preventivo obligatorio”, que refuerza las medidas anteriormente tomadas; ya con esto, la población debe entrar en “cuarentena obligatoria”, pero el decreto, expone 32 excepciones.

“se trata de una gran porción de la población que es económicamente informal, que vive del día a día y ha generado una indisciplina en el acatamiento de las normas”

Naturalmente, ello obliga al cierre del comercio en un 80%, por tanto, “el frenazo” económico se da ipso facto; el gobierno toma cartas en el asunto y expide decretos que favorezcan a las personas de escasos recursos, pero a la vez procura suavizar el impacto en el andamiaje económico del país (industria, comercio, turismo, construcción, etc.). Vaya dicotomía y encrucijada equilibrar la contención de la espiral creciente del virus y mantener una economía algo saludable (atendiendo a los sectores productivos).

Sin embargo, todas esas medidas tendrán su efecto por un tiempo determinado, al punto de que, a las dos situaciones planteadas anteriormente, se le adhiere una tercera no menos importante; se trata de una gran porción de la población que es económicamente informal, que vive del día a día y ha generado una indisciplina en el acatamiento de las normas; las calles se ven “atiborradas” de personas, sobre todo en sectores populares. Para el caso de Bogotá, es en Soacha, Bosa, Ciudad Bolívar, Suba, Kennedy, Centro y Fontibón, aproximadamente 4.500.000 habitantes, que estando en etapa de mitigación del virus, podrían estar contagiados y son potencialmente transmisores, a quienes no se les puede cuestionar, ya que están por supervivencia humana en el “rebusque”.

Lo más complicado es que esta tercera fuerza puede llegar a ser incontrolable por el gobierno y, la consecuencia de seguir el “confinamiento o aislamiento extendido”, podría conducir a una sublevación masiva, conllevando posiblemente a “saqueos” e inseguridad generalizada, propiciando pánico entre la población. Gran tarea tiene el gobierno en esa materia.

Finalmente, es un hecho de que por lo menos esta situación es de largo aliento (a la espera de la vacuna); por tanto, el gobierno está diseñando políticas para los diversos frentes de cara a, paulatinamente, ir retornando a la normalidad económica, pero cuidando al máximo mantener la “curva aplanada” en materia de contagios y luchar para que la infraestructura de atender en UCI (unidades de cuidado intensivo) no les “estalle”, pues su desbordamiento acarrearía una emergencia de incalculable magnitud. Súmele a ello, manejar con “guantes de seda” la “bomba social” que podría desatarse por la carencia de empleos y trabajo. Cualquier medida económica que se tome, será dentro del marco de una fuerte crisis económica mundial. Se espera y desea que nuestros gobernantes tomen sabiamente las mejores decisiones, para salir airosos de esta “tempestad” y seguir disfrutando de la vida, que indudablemente no será la misma. Habrá muchos cambios en nuestras costumbres; amanecerá y veremos.


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